La realidad.
El mundo como totalidad, tal como los seres humanos lo percibimos con nuestros sentidos y lo experimentamos como seres con espiritu, y al que pertenecemos  nosotros mismos con nuestra existencia corporal y espiritual.

La realidad definida de esta forma no es pensable sin un sujeto de experiencia, sin un yo. Es el producto de una relación mutua entre señales materiales y energéticas que parten del mundo exterior y el centro que constituye la consciencia en el interior del individuo.

Para ilustrar esto cabe comparar el proceso por el que surge la realidad con la aparición de la imagen y del sonido en una emisión de televisión. El mundo material y energético del espacio exterior trabaja como emisor, envía ondas ópticas y acústicas y proporciona señales táctiles, gustativas y olfativas. La consciencia que existe en el interior de cada ser humano constituye el receptor, donde los estímulos recibidos por las antenas, por los organos sensoriales, son transmutados en una imagen del mundo exterior, experimentable de manera sensorial y espiritual.

Si falta uno de los dos, el emisor o el receptor, no se produce realidad humana alguna, de la misma forma que la pantalla de televisión se quedaría vacía sin imagen y sin sonido.

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La antena para señales acústicas, el oído, presenta en su función de elemento del receptor humano solamente un campo de recepción muyb limitado. Al igual que los colores, los tonos no existen objetivamente. En el proceso de la audición tienen existencia objetiva las ondas, concentraciones y estiramientos del aire, que son semejante a olas que el tímpano del oído registra y que en el centro auditivo del cerebro son convertidos en la experiencia psiquica del sonido. Nuestro receptor de ondas acústicas reacciona ante las ondas que están comprendidas en un ámbito que abarca desde 20 vibraciones por segundo, correspondientes a los tonos más graves, a 20 mil vibraciones, las cuales constituyen los tonos más agudos. Las vibraciones que sean más lentas y más rápidas que las que hemos mencionado no se perciben. Carecen, pues, de existencia en la realidad humana.

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Desde el punto de vista linguistico “idea” tiene que ver con “eidos”  (imagen en griego). Una nueva idea es la aparición espontánea de una imagen interior de algo que no existía anteriormente.
El origen de todo proceso creativo es una idea.
Nuestra capacidad de tener nuevas ideas, es decir, de ser creativos es el don que compartimos con el creador de la idea primera de todas, de la idea de la que nació el mundo. Este don es nuestra herencia divina.

Nuestras reflexiones acerca de la esencia de la realidad, nuestro recurso a la metáfora emisor/receptor, nos han conducido a las ultimas preguntas sobre el ser.

Al termino de esas consideraciones sobre la esencia de la realidad quisiera referirme a su utilidad en la vida cotidiana, a la ayuda que pueden representar para una mejor comprensión de nuestro lugar, como seres humanos, dentro de la creación.

Puesto que la creación constituye la forma material, la manifestación, la realizción de la idea divina, la creación, el emisor en nuestra metáfora, emite ininterrumpidamente la idea divina. La creación contiene el mensaje, es el mensaje de su creador a las criaturas suyas que la pueden recibir, a los hombres.

El gran médico, naturalista y filósofo del renacimiento, Paracelso, que desconocía aún la radio y la televisión, hizo uso de otra metáfora para expresar este hecho. Consideró a la creación como un libro que ha escrito el dedo de Dios y que debemos aprender a leer.
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Nuestro concepto “emisor/receptor” de la realidad puede ayudarnos a interpretar intelectualmente este estado espiritual extraordinario, la consciencia cosmica, la unio mystica.

Ante todo, nos descubre que la visión mistica no es una ilusión de los sentidos, sino la revelación de otro aspecto de la realidad.

Albert Hofmann - Mundo Interior/Mundo Exterior


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